miércoles, 19 de agosto de 2009

ESPANTAPAJAROS. Oliverio Girondo



No se me importa un pito que las mujeres

tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;

un cutis de durazno o de papel de lija.

Le doy una importancia igual a cero,

al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco

o con un aliento insecticida.

Soy perfectamente capaz de soportarles

una nariz que sacaría el primer premio

en una exposición de zanahorias;

¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible



- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.

- Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

- Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.

- ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?

-
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo

y sus miradas de pronóstico reservado?

¡María Luisa era una verdadera pluma!

Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,

volaba del comedor a la despensa.

Volando me preparaba el baño, la camisa.

Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...

¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,

de algún paseo por los alrededores!

Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.

"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,

ya me abrazaba con sus piernas de pluma,

para llevarme, volando, a cualquier parte.

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia

que nos aproximaba al paraíso;

durante horas enteras nos anidábamos en una nube,

como dos ángeles, y de repente,

en tirabuzón, en hoja muerta,

el aterrizaje forzoso de un espasmo.

¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,

aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!

¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...

la de pasarse las noches de un solo vuelo!

Después de conocer una mujer etérea,

¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?


¿Verdad que no hay diferencia sustancial

entre vivir con una vaca o con una mujer

que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender

la seducción de una mujer pedestre,

y por más empeño que ponga en concebirlo,

no me es posible ni tan siquiera imaginar

que pueda hacerse el amor más que volando.



4 comentarios:

  1. JoLuis, querido como me sorprendes! Y que texto!? Cuando llegué al final no vi escrito el nombre del autor y me asusté pensando que habias sido tu quién lo habia escrito, después si que lo vi. Dios mío, te gustaria tenerte a una Maria Luisa? Te gustaría hacer el amor volando? Si ni los pajaros lo hacen. Lo enamoramiento si, pero para hacer el amor ellos bajan al suelo.
    És la hora de irme a dormir y de verdad a lo mejor no lo voy a conseguir pués no me sale de la cabeza esa Maria Luiza. Porque escogiste tu este texto, querido? Ya no te gustan las mujeres? Estás así tan decepcionado?
    Me gustó la musica. Hoy como no estoy bien del alma pusé en mi blog a Caetano Veloso en una bella canción y pusé el poema también.Si tienes tiempo pasas por allá ?
    Besos
    Flor

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  2. maravilloso el poema de Girondo, lo que no puedo recordar es la pelicula en la cual Dario Grandinetti, lo recita.
    Es muy metaforico.
    Sensacional!!!!

    buen post

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  3. Perdona mi ignorancia JoLuis
    No conozco a este autor, pero me ha hecho mucha gracia el poema...
    Gracias por compartir
    Un beso
    Maria de los Angeles

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  4. me acordé que la película en la cual Grandinetti recita estos versos es: EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN.

    Maravillosa película de nuestro cine argentino
    una joyita para no olvidar.

    hay algunas sorpresas en mi blog.
    espero tu visita si tenés ganas de venir

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